Un proyecto capitalista que se une a la lista de intentos de rompimiento social y ambiental. El Tren Maya es la nueva iniciativa de este sexenio que viola la existencia de los pueblos y la conservación de reservas de la biosfera.
Los riesgos de la construcción del Tren Maya son tan palpables como los resultados de “modernizar” otras zonas ecológicas y culturales del país. El proyecto impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador es presentado como el hito de la era turística moderna, pero en realidad es la fachada de un colapso ecológico y social irreversible.
Una red de transporte que hace conexión entre cinco estados de la región sureste de México. Una vía terrestre con base en una estrategia económica e industrial que, además, suprime las afectaciones ambientales y sociales. Pero esto no es algo nuevo. Desde sexenios anteriores los partidos al mando han abierto poco a poco los caminos de una economía neoliberal que pretende renovarse con una ruta comercial con cara de Tren Maya.

Cómo sabremos entonces qué zonas se perderán, qué animales están en riesgo, cuál será el costo que tendrá que pagar el ecosistema por abrirle el paso a un tren de esa magnitud. Algunos habitantes llegaron a pensar que el tren estaría elevado, según los testimonios: “porque dijeron que no destruiría los árboles ni la selva”.
La incertidumbre de la invasión industrial
Las autoridades no dan un sí, pero tampoco un no. La población está frente a un proyecto que proporciona muy pocas pistas. La concejala Betina Cruz comentó, durante el foro, que el gobierno federal aún no presenta el proyecto ejecutivo del Tren Maya.
Por su parte, el INAH también advirtió sobre el impacto en zonas arqueológicas que están protegidas por la UNESCO. Alrededor de 30 zonas arqueológicas, entre ellas Chichén Itzá, Calakmul y Palenque están dentro de la ruta de la construcción ferroviaria.
Ante esto, el INAH propuso elaborar un plan de salvamento arqueológico que complemente el desarrollo del Tren Maya para evitar que monumentos arqueológicos que aún puedan encontrarse bajo tierra sean afectados. Sin embargo, esta propuesta todavía no se realiza debido a que el gobierno federal sigue sin presentar el proyecto de obra.
La ruta del Tren Maya recorrerá 1,525 kilómetros en 15 estaciones—aunque los cambios en la longitud y puntos de parada cambian constantemente debido a que nada es seguro— y pasará por Cancún, Playa del Carmen, Felipe Carrillo Puerto, Tulum, Puerto Morelos, Bacalar, Xpujil, Escárcega, Tenosique, Calakmul, Palenque, Mérida, Chichén Itzá, Campeche, Maxcanú e Izamal. Toda una travesía industrial que estará en medio de restos prehispánicos, comunidades antiguas, zonas arqueológicas, selvas, etcétera.

La verdad sobre el Tren Maya
Se dicen muchas cosas alrededor del Tren Maya: que no lastimará la biosfera, que no cambiará la vida de los habitantes, que no dañará la herencia cultural, que será una oportunidad económica y turística única (que probablemente acabe con la riqueza de lo que en ese territorio se resguarda).
Pero la única historia real sobre la construcción del Tren Maya es que es un colapso disfrazado; el gobierno federal ha dicho muy poco, levantando sospechas de un ecocidio que se fundamenta en la experiencia previa de comunidades y sitios explotados económicamente.
Es una historia de descomposición social escondida bajo la máscara de la modernidad, la vanguardia y el turismo. El discurso de la ganancia económica para las comunidades es una fachada que se ha utilizado desde hace tiempo para justificar el colapso del patrimonio cultural, social y ecológico.
Fuente: ecoosfera.com/
Por: ecoosfera.com/